viernes

No olvidemos (#4)

"Many that live deserve death. And some that die deserve life. Can you give it to them? Then do not be too eager to deal out death in judgement. For even the very wise cannot see all ends"*

John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973), palabras dichas por Gandalf el Gris (sí, todavía el Gris) en El Señor de los Anillos, Tomo I, Libro I (el capítulo no me lo acuerdo).

*"Muchos que viven merecen la muerte. Y algunos que mueren merecen vivir. ¿Puedes devolverles la vida? Entonces no te apresures tanto en juzgarlos de muerte. Pues ni los sabios de los sabios pueden ver el fin de todos los caminos" (Traducción libre de mi autoría)

domingo

Cable a tierra..... (namber uan)

Lo único que quería era que se terminara todo de una vez . Dejar de sufrir. Abandonar por fin ese sentimiento de mierda que me acompañaba siempre, que me torturaba desde la primera hora del alba hasta la primera hora del alba. Me perseguía, me martirizaba. Era el olvido, era el sentirse solo aún tomado de la mano. Era estar en otro lado, no poder pensar en otra cosa más que en ese dolor punzante, lacerante, a la vez negro y oscuro y de esos colores que el desamor pinta tan bien. Nada. Ni siquiera un llamado. Un “estoy bien” para quedarme tranquilo y empezar la vida. Empezar ese domingo frío, nostálgico y tan fugaz como vano. Quería despertar de esa pesadilla al estilo tortura china, de ese gotear de las canillas de la desesperación... una y otra vez sobre mi frente... una y otra vez sobre mis ojos (¿o eran mis lágrimas que caían?). No. Eran lágrimas, pero no las mías (por supuesto). Eran -son- lágrimas haciéndome ver que mis problemas son vagos, nulos, casi inimportantes y egoístas. Que con tanta locura, tanta ezquizofrenia dando vueltas por el mundo, yo con mis problemas tan ínfimos vengo a ser algo así como el paraíso. Pero a mí me duelen. Y me dan ganas de que el domingo sea domingo por siempre, de que el sufrimiento no se termine nunca para que mi llanto llegue a desahogar la pena que mi alma encierra y no deja escapar en la vertiginosidad de los días.¡Que salgan, por favor, de una vez por todas estos demonios que me aturden!

Para apuntar en el muro de los lamentos...

viernes

infantoflashbackdeimaginaciónsupersónica (parte 1)

Ayer salí de la sede del CBC de Montes de Oca después de cursar cuatro pesadas horas. Recorrí las doce o trece cuadras en subida constante (aunque más prolongada llegando a Finochieto) intentando llevar mi cuerpo hacia la terminal/inicial de tren Constitución. Sin embargo, mis pasos sabiamente concluyeron en un barsucho. Uno de esos medio oscuros, medio raros. Con una entrada algo blanca de más, demasiado pulcra (como preanunciado que el baño debe ser un asco, y mejor ni entrar a la cocina porque no probás bocado nunca más en tu vida). Sin mirar demasiado alrededor, elegí un costado de la barra (el más alejado del televisor) y pedí un tostado -aunque me quedé con ganas del sanguche de milanesa, pero no tenía guita-. Saqué los apuntes de economía (Trabajo Asalariado y Capital, Karl Marx) y el resaltador amarillo fluorescente. Posé mis ojos sobre el texto, en la página 22 de 48. Me faltaba bastante. Empecé a leer y a resaltar. Resaltar, leer. Leer, resaltar. Resaltar. Resaltar. Resaltar. Leer. Resaltar, resaltar, resaltar, resaltar, resaltar. Algo hacía que no pudiera aflojarle al resaltador. Y no era mi propia voluntad la que actuaba. De repente me di cuenta de que no eran mis manos las que sostenían el resaltador. O sí, pero se habían manchado demasiado con la tinta fluorescente del utensillo (porque eran de color amarillo), y se habían alargado extrañamente -o contraído una artritis repentina y deformante-. No, no era yo. Miré a mi costado izquierdo (no sé por qué el izquierdo, tal vez sí hubiera estado prestando atención a lo que leía), y allí estaba. Él. O esa cosa. Todo verdeamarillo fluorescente. Como nacido de mi resaltador. Como pintado con mi resaltador. Sonreía. Me miró a los ojos y me dijo: "Hola". No recuerdo más que eso (me desmayé pensando que el plustrabajo y faber castell y el barsucho y el sanguche de milanesa y el extraterrestre ¿qué hacía parado ahí todavía mirándome mientras yo me caía?). Después me contaron que me agarró y me trajo a casa. Ahora está acá sentado al lado mío escuchando Tu Nombre (de Coti) en el mp3 que se trajo de su planeta para no embolarse en el viaje (pobre, no tenía pilas recargables y se gastó una vida en triple A energizer). Lo bueno es que se leyó mis apuntes de Marx y ahora me está diciendo que no es difícil, que en un pedo lo leo. ¿Who knows? Tal vez tenga razón.

(to be continued...)