miércoles

Poemita para después del veneno #1

Huella o menos

Es como un mar sin agua
y sin sal. Queda el ruido solamente,
y el viento abofeteándonos la cara.
Claro, no sólo la cara. Están
las vísceras, que se apretujan
en bocanadas de una soledad
bien exquisita, digamos, o quizás
podríamos decir, de buena calidad.
Una soledad que se basta con eso,
con ser una. No precisa multitudes,
ni fe, ni montañas. Le basta
con un hematoma imperturbable,
con un amor esquivo, y es tan poco:
lágrimas empavesadas, sin ausencias.

Dame tu sombra
para que pueda
sentirme.

Curiosidades académicas #2: un entremés inevitable

¿Qué es esto de sentarse a escribir sobre chomskys y demás mentiras o verdades calamitosas de la vida de los pobres e imberbes, berbes, radicalmente indómitos o indomables guanacos de la vida: los hombres? Tener una máquina de escribir-bullshit frente a vos (sí, frente a vos) y borbotear idiosincracias y voluptuosidades a un cuarto de libra de queso bien marchito, tanto o más que estas palabras que de a poco van poblando lahoja/lapantalla y borbotean todavía más que las idiosincracias tan carentes de alma, y de dinero, y de algo más que no sea sí mismas -retóricas pleñideras del futuro-. ¿Una máquina de escribir, digo? Sí, de intentar escribir, de someterse a la maquinaria también indómita pero domesticable (o un qué sé yo de nostalgias y de indignidades, o por ahí de jocosas perturbaciones de domingo panzarriba, o crepúsculos modernistas engarzados en la negrura del bronx que no conozco o en la impertinencia de un paso bajo nivel que está por temperley, o hasta te diría que un asomo de milanesa con fritas; lo que quieras, pero ¿domesticable?) de esta expresión marchita aún cuando el queso sea esa asquerosidad de roquefort, esa loada podredumbre (loada como tantas otras), esos hongos que la gente come y come y los pequeños o gordos gourmets alaban con aquello que el mismo chomsky no dudaría en llamar "adecuación" -explicativa o no, importa poco-. Como si realmente importaran estas líneas no escritas, sino vomitadas, escu(l)pidas lapidariamente sobre la puta hoja/pantalla, que no puede más que someterse y darse por venerable vencida -aún vencida-, pobre, y se habla de doloresfuertesenlavidaquéséyo, che, césar. Qué sé yo. Darte cuenta de manera inesperada de que sos lo más parecido a un tango que viste en tu vida, pero que ni siquiera sabés bailar la milonga, y ni se te ocurra un poco de oreja a gardel o a troilo, y te hace tirititar de bronca la respiración fétida de los bandoneones caminando más por las orillas arcaicas del sena que por las mentes diurnas que habitan -idiosincracia- alguna casucha.

domingo

Soneto 46

....Quiero escribir, y el llanto no me deja,
pruebo a llorar, y no descanso tanto,
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto,
todo me impide el bien, todo me aqueja.
....Si el llanto dura, el alma se me queja,
si el escribir, mis ojos, y si en tanto
por muerte o por consuelo me levanto,
de entrambos la esperanza se me aleja.
....Ve blanco al fin, papel, y a quien penetra
el centro deste pecho que me enciende
le di (si en tanto bien pudieres verte),
....que haga de mis lágrimas la letra,
pues ya que no lo siente, bien entiende,
que cuanto escribo y lloro, todo es muerte.


....................................................en Rimas,
........................................... de Lope de Vega

viernes

escrito de reojo

Ser únicos e irrepetibles: ese afán de hacernos no escribibles... Aunque, la escritura estaría más bien dentro del abismo que se hunde entre el "única", el "e" y el irrepetible"... ¿no? Digamos, una cosa ahí tirada, como si fueran pilares y abajo hubiese lava... Esa lava sería la escritura.