sábado

Lírica del doble discurso

Arrullos casi de plata, benteveos qué hidalguía

amontonada fútil como desdicha entre egipcios

con velos y cairos de vendedores altivos, que caen

bajo bajo la migraña del capitalismo.

Almíbar fascista o ensalada de frutas

dietética para anarcodesperdicios inventados,

inventarios crucifijos poco laxos, llévenla

lejos, al destino marático y náufrago

de estos dulces líquidos del duque.

Querer y no querer querer ser querido,

resplandor indiferente desde el cielo hasta abajo

más abajo que la bajeza hipócrita

de sonrisita lámina, de labios parapléjicos;

arruinar un relato con una risa,

desmenuzar personalidades, no ampararse en la unidad

retazo venéreo y lumpen, recorrido

hacia abajo hacia arriba pero no el mismo,

vetustos predicados harto río exacto (que sí es el mismo,

........................................................................ [ y te baña)

como un cocktail desahuciado –pero ya lo han dicho, girando–

no permitirse quedarse afuera de la sopa, sopita chocha,

de hermenéutica enredada con aire acondicionado;

abandónenla desparpajo y feto, succiónenla como un pus

reverberante entre ninfómanas de galera y rúcula,

pernóctenla ir corriendo en una pata, o en dos,

abrúmenla sedientos de identidad fugitiva

residuos de alguna época sin épica,

obsecuentes admiradores de nosotros ellos con azúcar

o edulcorante, renta indómita velocímetro alcahuete.

Querer y no querer querer ser odiado

en otros olvidos.

domingo

La inmiscusión terrupta

Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.

- ¡Asquerosa! - brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivolarle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire con sus abroncojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, peron adie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de esas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose de ida y de vuelta cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.

- ¡Payahás, payahás! - crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes. No ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas que para qué.

- ¿Te das cuenta? —sinterruge la señora Fifa.
- ¡El muy cornaputo! —vociflama la Tota.

Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofifas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas

Julio Cortázar