miércoles

Lo que queda

A veces no queda lo que pasó, sino lo que uno, en ese momento, pensó que debería pasar... Es decir: chocaron dos autos, yo iba en uno de los que chocó. Cuando despierto en el hospital, casi necesariamente recuerdo sólo que choqué, que sucedió un accidente del cual resulté gravemente herido (o no). Pero, si en lugar de encontrarme manejando uno de los autos que chocaron, yo hubiese estado baldeando mi vereda y un auto hubiera pasado a toda velocidad por la calle (antes de colisionar, claro, y a metros del sitio del siniestro), y como consecuencia directa de la velocidad a la que pasaba hubiera conseguido salpicarme toda la vereda de verdín y que yo quedara atónito e irresoluto; la situación podría llegar a cambiar. Dejando de lado el choque, en ese caso, yo podría haber pensado, imaginado (pues era mi intención más "elloica") que largaba una barrabasada tal, capaz de hacer detener al automóvil antes de llegar a la esquina próxima (hasta evitando el infortunio) . Aunque el ejemplo no es muy claro, lo que se intenta decir en última instancia es que el recuerdo puede ser relativamente modificado desde el punto de vista subjetivo, y así revelar conclusiones y narraciones poco veraces. Esto remite, en parte, a la capacidad del ser humano de autoconvencerse ("Sí, yo te dije que al nene lo tenías que pasar a buscar a las ocho!") y de convencer al otro (si éste no está cabalmente convencido; "Bueno, por ahí tenés razón y se me pasó", o "Entonces te entendí mal", o "No te debo haber escuchado", etc). Lo interesante de esto no es, sin embargo, la tergiversación del hecho contado, sino el autoconvencimiento -que señalé anteriormente- individual. O sea, que la persona que lo dice efectivamente cree que es así. La única manera de volverle a la realidad, sería habiendo efectuado una grabación de la conversación que atestiguara que en ningún momento dijo tales frases. Pero, claro está, un paranoico empedernido podrá aducir que las cintas de grabación han sido editadas y que las partes que le daban la razón han sido cortadas, suprimidas, borradas. Es como una larga cadena de malentendidos en la que quien comienza el primer malentendido está realmente convencido de que no es un malentendido.
No sé si me explico, pero tampoco es mi intención hacerlo. Por lo que, a duras penas quedará en mi conciencia esta perorata inútil, y sólo recordaré que lo que queda, a veces, no es lo que fue, sino lo que las personas creyeron (sin atisbos de maldad) sentir que pasaba. Y esto podria llevarlo a planos mucho más profundos e interesantes, pero no poseo las ganas ni el tiempo necesario. Sepan disculpar.


Randall Wein, en "¿Por qué no todos somos genios?"

por favor, nótese la ironía


(che, "Randall Wein" no existe -al menos no
en mi conciencia inmediata-. Fue un

nombre elegido al azar, utilizado -tal vez
pedido de prestado- como cuasi seudónimo.)

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