lunes

Lo patético


Me duele el contexto
en el que aprendí algunas cosas.
No es tanto
el aprenderlas, es que ahora
que las uso, que vierto,
por ejemplo,
el agua del mate sobre la bombilla,
que conozco
el significado de la palabra “sibling”,
que puedo moverme
sin mayores exabruptos
entre las calles de Buenos Aires,
que entiendo la expresión
“¡vamo’ arriba!” y la profeso,
ahora, digo,
tengo
todo eso en la cabeza, tengo
la vida que se me va agolpando
sobre la espalda de mochilero,
y debería
estar tranquilo, no asustarme,
entender
que trazo mis líneas en un abismo
como todos.
Pero no, insisto, el contexto,
las manos, el tono
de cada una de las voces,
y las risas que llenaban
cualquiera de mis carencias,
lo que no hay manera
de agarrar, de retener
eso que queda
dando vueltas al costado de la experiencia.

No ser un compendio
de vacíos archivados, de entusiastas
proposiciones desmedidas.
El plan quinquenal no tiene muchos
pasos a seguir, es solamente
soltarse, abandonar
las tontas pretensiones de vivir
y ver qué pasa.

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