miércoles

Naranjas

A la frutera, el reino (más bien oscuridad)
donde descansa, se le arrebata la superficie rugosa.
Una mano toma, adhiriéndose, hasta ser toda ella
carne sobre cáscara, las dos repentinas esferas
compactadas. Ambas empiezan a rotar. Ambas vibran
hasta desaparecer en ese raro equilibrio. De la piel
cortada: toda la figura detrás del cuchillo es una nube
ácida. Mientras el metal va sepultándola, los
ojos toman la afinada expresión de la distancia.
El alcohol libera su forma y se pierde ingresando
a los poros, contrornos inacabados en que lo oscuro
se pliega. Gajos que firmemente van alejándose.
La latencia duradera de las gotas; ellas. Una multitud
de vacíos perfectos. Precariedad o no de la muerte,
eran los reflejos lacerados de la cáscara, infinitas
partes blancas, monótonos, devastadores.

José Villa, Cornucopia (2001)

1 comentario:

Nicolás Ricci dijo...

Buenas. Me gustó el blog. Me gustó que muchachos de letras como vos puedan (¡con honra!) conmoverse con un soneto de Lope. Llegué aquí por un link en el blog de Realini, interesado por el título (que me hace pensar en Lugones).
Te invito a mi blog, pensado especialmente para jóvenes escritores:

borgesabc.blogspot.com

Hay mérito en ese blog, pero no es mío.