"No importa si en la vida real Osvaldo [Lamborghini] se masturbaba con la sangre de sus víctimas o ayudaba a las ancianas a cruzar la calle, lo que lo convierte en maldito -o no- es desde qué lugar escribe: si su yo narrativo o poético se reivindica como malo en el interior de su escritura, o si en la trama de sus novelas la virtud es humillada y recompensado el vicio"
Carlos Gamerro, "Renacimientos II: 'El niño proletario'", en El nacimiento de la literatura argentina y otros ensayos
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