martes

Mi silencio

Mi silencio no otorga, no. Responde sin decir nada, porque lo cree conveniente. Porque no halla palabras más sabias que la honda respiración callada. Porque no quiere sentenciar gente y herir vínculos o casilleros en el sistema binario de la vida. Como casilleros, así se llenan mis relaciones, ocupan cuadros indistintos, se vacían con el olvido y se perpetúan en la rutina. Esa es la madre de todas las sanaciones, aún las que dejan subyaciendo un dolor eterno. La rutina, interacciones necesarias e inevitables, cotidianas, justamente indispensables para salvar el obstáculo del día a día. Y ser libre, sí. Ser libre de esas caras apáticas hablando de premios nóbeles, intentando ser algo que no son (la ocultación de la ignorancia... oh, Bacon). Mi silencio les grita con furia, trata de mantenerlos a raya. Pero es difícil, se inmiscuyen. Forman parte de ese escollo, esa larga ramificación de hechos y acciones que se llama "vida". A la vida también le grito, en mi silencioso estar, como paso sigiloso bajo puente. ¡Muerte! Eso le grito. Y parece mirarme con mala cara, pero esas caras son las que rodean las horas, o al menos parecen circunscriptas a este suceder sucesivo (valga la redundancia, y valga aclarar que siempre odié la palabra "redundancia"). ¿Por qué es tan difícil conseguir la soledad cuando se la desea? Siempre es mal bienvenida, pobre, pues cae en momentos inesperados o poco apropiados. ¿Cómo se hace para aullentar (oh, misantropía) momentáneamente a las personas sin que dejen de servir a tus propósitos futuros? Mi silencio no otorga, no. Es sólo un intento por alejar estos fantasmas, para poder verte a vos. Sí, a vos. La luz entre las sombras de esta vida tediosa y fácil.


Pétit Ánite, peut-être qui tu sois la unique que comprennes la signification du l'écrit.
Par ce, je dédicace toi l'écrit et laisse toi un baiser.

Septiembre de 1961 (September 1961)

Este es el año en que los viejos,
los grandes viejos
nos dejan solos en el camino.

El camino lleva al mar.
Tenemos las palabras en los bolsillos,
direcciones oscuras. Los viejos

se han llevado la luz de su presencia,
la vemos alejándose sobre una colina
apagándose hacia un costado.

No están muriendo,
son conducidos
a una penosa privacidad

aprendiendo a vivir sin palabras.
E.P. "Se parece a morir"-- Williams: "No puedo
describirte lo que me ha

estado pasando"--
H.D. "incapaz de hablar."
La oscuridad

se quiebra en el viento, las estrellas
son pequeñas, el horizonte
se funde en una tenue niebla urbana.

Ellos nos han dicho
que los caminos llevan al mar,
y han dejado

el lenguaje en nuestras manos.
Escuchamos nuestras
pisadas cada vez que un camión

nos pasa de largo y se va
obsequiándonos un nuevo silencio.
Uno no puede alcanzar

el mar en este interminable
camino hacia el mar salvo que
uno se haga a un lado al final, parece,

y siga
al búo que silenciosamente se inclina sobre él
en diagonal, para atrás y para adelante,

y se aleja hacia lo profundo del bosque.

Pero para nosotros el camino
se despliega, contamos las
palabras en nuestros bolsillos, nos preguntamos

cómo será sin ellas, no
paramos de caminar, sabemos
que falta mucho aún, a veces

pensamos que el viento nocturno trae
el perfume del mar...

Denise Levertov
Traducción mía; primeros intentos.